Al menos 37.000 millones de euros, es decir, 43.000 trabajadores, lo que supone la eliminación de 70.000 camas, incluidas 3.000 en cuidados intensivos. En los últimos años, estos han sido los recortes en la atención sanitaria.
Durante años, hemos estado preparándonos «con rigor científico» para no tener medios suficientes con los que enfrentar una emergencia sanitaria como la actual. En estos días de emergencia por coronavirus, cobra protagonismo el grito de alarma frente a los recortes masivos que han golpeado a nuestro sistema de salud a lo largo de los años. Ahora, cada problema se hace evidente, así como los límites que impone.
Los recortes progresivos en el Servicio Nacional de Salud y la reducción sistemática de los recursos humanos y tecnológicos, debida a los recortes en el Fondo de Salud, han provocado una implosión generalizada de los servicios sanitarios. Por ello, se ha reducido la posibilidad de acceder a los tratamientos para un número cada vez mayor de personas. Hoy es el coronavirus, mañana podría ser otro virus o incluso cualquier enfermedad trivial: mantener solo Niveles Esenciales de Asistencia (NEA) es firmar una sentencia de muerte. Cuando los fallecimentos se producen poco a poco, parece que no es tan evidente. Pero ahora, las muertes por coronavirus son muchas en muy poco tiempo.
Ahora, en plena emergencia, es evidente la importancia de la salud pública. Se ensalza como héroes y heroínas a personas, mujeres y hombres, que llevamos años trabajando en condiciones inhumanas: con mucho estrés, bajo chantaje, sufriendo acoso y penalizaciones por parte de la dirección, que nos evalúa (con boletines de calificaciones), lo que repercute en nuestros salarios, con contratos indecentes que no mejoran desde hace años…
Los trabajadores y las trabajadoras de la sanidad pública y privada concertada nos hemos visto afectados y afectadas por un proceso de deconstrucción del sistema. Además, nos vemos abandonados y abandonadas a la hora de adaptar la respuesta sanitaria a las necesidades del país. ¿Y qué hay de las necesidades de quienes prestamos el servicio? Más de diez días después del comienzo de la emergencia por coronavirus, los trabajadores y las trabajadoras del servicio de salud nos vemos en la obligacion de trabajar sin máscaras y con protección insuficiente. El resultado es que cada vez más doctores y doctoras, trabajadores y trabajadoras del servicio de salud nos contagiamos y corremos el riesgo de infectar a los y las pacientes y a sus familias. Ya no se realizan pruebas al personal sanitario que puede estar expuesto al contagio. Cunde el agotamiento, físico y mental, y se recurre a pastillas para poder dormir durante unas horas entre un turno agotador y el siguiente, cuando no se puede dejar de pensar en lo que se ha experimentado. Se pueden ver compañeros y compañeras de trabajo, con amplia experiencia, que se echan a llorar, a pacientes abandonados en los pasillos, a personas solas, lejos de sus seres queridos. El coronavirus hace que se muera en soledad. El personal sanitario estamos en las trincheras de primera línea, bajo un bombardeo implacable. Asistimos a un tiovivo de reglamentos y protocolos, a veces contradictorios entre las administraciones regionales y el gobierno central. Todos ellos se quejan en voz alta del agotamiento de los suministros, para ocultar una escasez crónica que no se planteó suplir ni siquiera tras el brote de la epidemia en China.
Durante años hemos denunciado, junto con todo el sindicalismo de clase, lo que podían significar esos años de devastación del sistema sanitario nacional. En estos días de emergencia por coronavirus salen a la luz, aún con más claridad, las razones que justificaban nuestro grito de alarma sobre los recortes masivos. Es culpa de los gobiernos y de los políticos en general, por supuesto, pero no sólo de ellos. Brunetta, el exministro de Administración Pública en el gobierno de Berlusconi, tildaba al personal sanitario de vagos y parásitos, mangantes robasueldos y otros epítetos parecidos, y gozaba de mucha aprobación.
Cada vez que dejábamos que se cerrase una cama hospitalaria, alimentábamos nuestro miedo y angustia de hoy. A lo largo de los últimos años, las asambleas y las huelgas en defensa de la sanidad no han contado con apoyo suficiente. Ahora nos encontramos con personas a nuestro lado que aplauden al personal sanitario… El legado de esta pandemia tendrá que ser una lucha generalizada para reivindicar y recuperar un servicio de salud eficaz y universal, listo para hacer frente a cualquier posible emergencia.
–>http://usi-cit.org/index.php/1664-comunicato-usi-sanita-emergenza-sanitaria-covid-19
USI-CIT Hospitales de Milán Y USI-CIT Sanidad
Also available in: