Con las injusticias ocurre que siempre generan resistencia. El patriarcado y la opresión de las mujeres han existido durante milenios. También la lucha en su contra.
Con demasiada frecuencia, esta no pudo darse como un enfrentamiento directo. Tuvo que tomar la forma de una resistencia cotidiana y muda, basada en redes de complicidad, apoyo y sororidad. O tal vez fue llevada a cabo por pioneras que desafiaron las convenciones. En las sociedades modernas, durante los últimos dos siglos, los feminismos han proporcionado un marco ideológico, político y filosófico para esa lucha, colocándolo sobre bases más sólidas. Estas ideas han dado forma a un movimiento que ahora se extiende por todo el mundo y que permite que las acciones de algunas sean la inspiración de muchas. Los feminismos y las luchas de las mujeres son ahora verdaderamente internacionales.
Desde este punto de vista, puede ser injusto señalar un momento o fecha específica en este largo camino de resistencia. Sin embargo, da la impresión de que 2018 fue un año trascendental para las mujeres de todo el mundo.
En Argentina, como en muchos lugares de América Latina, el derecho al aborto está increíblemente restringido. Se limita a los casos más graves de violación o riesgo de muerte para la madre. Esto, por supuesto, obliga a muchas mujeres a someterse a abortos sin las garantías sanitarias necesarias, en clínicas clandestinas e insalubres, o incluso en sus hogares, poniendo en riesgo sus vidas. Para empeorar las cosas, el machismo, la violencia sexual y la discriminación campan a sus anchas en el continente. En Argentina, se materializaron en 2017 y 2018 en notorios y horrorosos casos de secuestro y asesinato, como parte de una cultura generalizada de feminicidio. Pero esta vez se dio una respuesta organizada. Miles y miles salieron a las calles para denunciar estos delitos y exigir la reforma ley del aborto. Una marea verde recorrió el país para exigir el fin de los femicidios, la reforma de la ley del aborto y la igualdad y el respeto para mujeres, homosexuales y personas transgénero. Aunque algunos de estos cambios son culturales y pueden tardar generaciones en producirse, estuvo a punto de conseguirse el fin de la prohibición del aborto, como explican nuestras compañeras de FORA en su artículo. Es probable que las movilizaciones de 2018 en Argentina sean un hito para las luchas de las mujeres en el país y, esperamos, proporcionen un trampolín desde el cual se puedan lograr todas sus exigencias.
Del mismo modo, en Irlanda, un país donde es tradición que la iglesia católica controle el debate público, el panorama está cambiando. Aquí, la prohibición del aborto se incluyó en la constitución y se limitó drásticamente este derecho, de forma similar a Argentina. Igualmente, se produjeron casos flagrantes y notorios de injusticias que provocaron un debate a nivel nacional. En los últimos años, una creciente ola de movilización feminista vino exigiendo un cambio en la constitución. Para que fuese legalmente vinculante, esto solo podía hacerse a través de un referéndum. La votación se llevó a cabo en 2018 y, a pesar de la intensa presión de grupos conservadores, de la iglesia católica, de evangelistas estadounidenses y otros similares, el apoyo a los derechos de las mujeres venció de forma aplastante. Este resultado emplaza al gobierno actual a presentar una normativa que regule este derecho. Nuestras compañeras y nuestros compañeros de IWW-WISERA en Irlanda formaron parte de una amplia coalición de grupos feministas, sindicatos y organizaciones de base que lograron este éxito histórico. Una vez más, la movilización demostró ser una excelente herramienta para sacar los problemas de las mujeres a la luz pública y, en última instancia, conseguir mejoras permanentes.
Probablemente, uno de los ejemplos más espectaculares de esta resistencia tuvo lugar en España, cuando millones de personas salieron a las calles el 8 de marzo de 2018, como parte de la primera huelga general feminista en la historia del país. Las imágenes de las impresionantes manifestaciones y de los actos de la jornada ocuparon titulares a nivel mundial y ya forman parte de la historia y de la memoria colectiva del movimiento feminista del país. Aunque hay muchos aspectos a considerar en este caso, dos son los más relevantes. En primer lugar, la propuesta de huelga general la lanzó el movimiento feminista, pero, legalmente, solo podía ser convocada por los sindicatos. Organizaciones como CNT hicieron todo el trabajo necesario para brindar cobertura legal a quienes hiciesen la huelga. Lo cual, ya de por sí, no es tarea fácil. El hecho de que CNT lo lograse es una prueba de lo mucho que se ha desarrollado esta organización, como herramienta para la clase trabajadora, en los últimos años. Además, el éxito de la jornada demuestra, rotundamente, todo lo que puede lograr la sinergia entre sindicatos revolucionarios y movimientos sociales, en términos de transformación radical de la sociedad. En segundo lugar, una vez más, queda patente que la lucha y la movilización son formas excelentes de promover cambios sociales. En los días previos a la huelga, simplemente por el hecho de haberla convocado, las exigencias de las mujeres acapararon el debate nacional, como lo han venido haciendo desde entonces, de una manera que un millón de declaraciones políticas o institucionales no podrían haber logrado.
En un contexto muy diferente, 2018 fue testigo del colapso del régimen de DAESH en grandes partes de Oriente Medio. Sobre todo en el norte y en el este de Siria, los hombres y las mujeres de las fuerzas que defienden el Confederalismo Democrático infligieron una larga serie de derrotas a estos fundamentalistas misóginos. Por supuesto, si hay un caso en el que destacar una fecha o un año concreto suponga una injusticia, debe ser este. Durante los últimos años, nuestras compañeras y nuestros compañeros han luchado en primera línea de fuego, en defensa de las mujeres y de toda la humanidad, en general, contra el fascismo puro y duro y la maldad sin tapujos que representa DAESH. Empezando por la defensa de Kobane en 2015, el avance sobre Raqqa en 2017, el asedio a la resistencia fascista durante 2018, hasta su derrota completa en estos próximos días de 2019, hemos seguido a nuestros compañeros y a nuestras compañeras conforme se acercaban poco a poco a la victoria, a costa de mucha sangre y de muchas bajas, hombres y mujeres, que sacrificaron sus vidas en la defensa de la libertad para toda la humanidad. El 8 de marzo es un día de homenaje a ellas y ellos también, que se han mantenido firmes en la que es, verdaderamente, la primera línea del frente para los feminismos y las luchas de las mujeres.
No hace falta decir que estas son solo algunas luchas que pueden servir de inspiración para que otras mujeres de todo el mundo pasen a la acción, hagan valer sus derechos y luchen contra el patriarcado. Muchas veces, sus esfuerzos no aparecen en los medios y podría dar la impresión de que pasan desapercibidas o de que no tienen ningún efecto. Ni mucho menos. Cuando la lucha es global, cada iniciativa, por pequeña que parezca en ese momento, se convierte en una pieza de un rompecabezas más grande, un ladrillo en la construcción de un cambio social y cultural más amplio. A medida que el 8 de marzo de 2019 se acerca, CIT, como internacional, quiere alentar a todas las mujeres del mundo a que hagan valer sus derechos y luchen contra la hidra que es el patriarcado en la medida en que puedan y por los medios que estén a su alcance. ¡Hermana, no estás sola! Formas parte de una resistencia global que surge siempre y en todo lugar. Hagamos de 2019 el siguiente capítulo de esta historia de logros en femenino. Todavía hay mucho que lograr, ganaremos mucho más. Como dicen nuestras compañeras de Turquía, sigue con tu lucha, ¡nosotras también lo haremos!
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